Madrid está experimentando un aumento significativo en el despliegue de cámaras de videovigilancia con inteligencia artificial (IA), generando preocupación sobre la privacidad ciudadana. El Ayuntamiento, bajo el argumento de mejorar la seguridad, ha instalado cientos de cámaras con capacidad de reconocimiento facial, elevando el total a 367, y planea añadir más antes de que termine el año.

Un sistema de vigilancia en expansión

La instalación de estas cámaras se justifica como una medida para mejorar la seguridad, ayudando en la vigilancia y detección de delitos. Sin embargo, la incorporación de la IA genera inquietud, especialmente con la capacidad de rastrear a personas basándose en características físicas, como vestimenta.

¿Reconocimiento facial sin límites?

Aunque las autoridades afirman que el reconocimiento facial solo se utiliza tras una denuncia formal y para investigaciones específicas, la recolección y almacenamiento de imágenes durante 30 días en el CISEVI plantea interrogantes sobre la privacidad. La transparencia en el uso de esta tecnología es crucial, especialmente con la capacidad del sistema para rastrear movimientos a través del análisis de la vestimenta.

El marco Prüm II y la privacidad en Europa

La expansión de este tipo de vigilancia se ha visto impulsada por la aprobación del marco Prüm II por parte del Parlamento Europeo, el cual facilita el intercambio de datos biométricos entre agencias de seguridad europeas. Esta decisión, pese a las preocupaciones de organismos defensores de los derechos civiles, ha generado una gran polémica por su potencial impacto negativo en la privacidad.

Antecedentes y futuro de la vigilancia en España

España lleva años probando sistemas de reconocimiento facial, iniciando con una base de datos de millones de imágenes. Aunque el marco Prüm II establece restricciones, el creciente número de cámaras con IA en Madrid y otras ciudades españolas plantea serias dudas sobre el alcance de la vigilancia en el futuro. La aparente falta de regulaciones estrictas, unida a la expansión tecnológica, sugiere una necesidad urgente de abordar las implicaciones en la privacidad para garantizar un equilibrio entre la seguridad y los derechos individuales. El objetivo declarado es la seguridad, pero la falta de transparencia y el creciente número de cámaras con IA provocan un debate público crucial sobre los límites de la vigilancia tecnológica.

Las cámaras y la seguridad

A pesar de las preocupaciones, las autoridades aseguran que las cámaras cumplen un propósito preventivo y disuasorio, además de facilitar las investigaciones policiales. Se han colocado carteles informativos que alertan a los ciudadanos de la presencia de estos sistemas de vigilancia. A pesar de las medidas de seguridad establecidas, la expansión constante de la red de videovigilancia en Madrid genera un debate público importante acerca del balance entre seguridad pública y la protección de la privacidad de los ciudadanos.

Fuente: Xataka