En Japón, el problema del envejecimiento de la población ha alcanzado niveles críticos. Más allá de las alarmantes cifras de ancianos que mueren solos, un fenómeno aterrador está emergiendo: el incremento de los "care killings", donde cuidadores agotados terminan con la vida de sus seres queridos.
El drama de los "Care Killings"
Entre 2011 y 2021, se registraron 443 muertes en 437 casos de asesinato o suicidio relacionados con la fatiga del cuidador. Esto significa que, aproximadamente, cada ocho días un adulto mayor era asesinado por un familiar que ejercía como su cuidador. Los perpetradores son, en su mayoría, cónyuges o hijos adultos, abrumados por la presión constante y el desgaste físico y emocional.
Factores que contribuyen a la tragedia
Diversos factores contribuyen a esta crisis. El peso emocional, físico y económico de cuidar a un ser querido enfermo, especialmente durante el aislamiento de la pandemia, es inmenso. Muchos cuidadores son personas mayores que, enfrentando su propio declive físico y mental, se ven atrapados en una situación desesperante sin vislumbrar una salida.
La falta de apoyo externo, problemas familiares preexistentes y la presión cultural de considerar el cuidado de los ancianos como un deber moral ineludible, agravan la situación. La soledad y la falta de recursos adecuados para el cuidado intensifican la desesperación.
Casos que conmocionan
Numerosos casos ilustran la gravedad del problema. Desde un hombre de 86 años que estranguló a su esposa enferma, hasta una pareja de 83 años que se quitó la vida tras el asesinato de la mujer, pasando por un hombre que abandonó a su madre de 86 años en un parque dejándola morir de frío. Estos ejemplos reflejan la profunda desesperación de los cuidadores y la falta de soluciones adecuadas.
El papel del gobierno
Si bien el gobierno ha implementado políticas y sistemas de seguros para el cuidado de largo plazo, estos esfuerzos son insuficientes. El alto coste de las residencias de ancianos, la escasez de personal profesional debido a bajos salarios y el estigma asociado a la profesión, agravan la situación.
Expertos instan a mejorar las condiciones laborales, incrementar el apoyo a los cuidadores y considerar la posibilidad de integrar trabajadores extranjeros para cubrir la creciente demanda. Es vital romper el ciclo de aislamiento y soledad, proporcionar recursos adecuados y reconocer el gran peso de la responsabilidad cultural que recae sobre los cuidadores.
Un problema cultural y estructural
El fenómeno de los “care killings” refleja una crisis estructural y cultural profunda. El envejecimiento acelerado de la población, el aislamiento social, y la falta de apoyo profesional están empujando a los cuidadores al límite. Se necesita una solución integral que aborde el problema desde la perspectiva cultural, económica y social para evitar que más tragedias ocurran.
Fuente: Xataka