Un mar de casas vacías
Japón enfrenta una peculiar crisis inmobiliaria: millones de casas, llamadas "Akiya", permanecen vacías y a la venta a precios irrisorios. El fenómeno se debe a la combinación de una población que envejece y migra hacia las ciudades, dejando atrás pueblos rurales despoblados. Estas casas, muchas de ellas con más de 30 años, son consideradas "viejas" por los locales y se perciben como una carga debido a los costos de renovación y las preocupaciones sobre su estado.
¿Oportunidad o riesgo?
El bajo precio de las Akiya ha despertado el interés de compradores e inversores internacionales, atraídos por la posibilidad de adquirir propiedades a bajo costo. Algunos, como Anton Wormann, han logrado convertir estas casas en negocios rentables de alquiler a corto plazo. Sin embargo, la realidad es más compleja. La adaptación a la cultura y regulaciones japonesas, el alto costo de las renovaciones y los riesgos asociados a la construcción antigua, como el peligro de derrumbe en caso de terremotos, hacen que la inversión en Akiya sea un camino lleno de obstáculos.
El lado oscuro de las casas baratas
La falta de mantenimiento, la dificultad para encontrar a los dueños originales y la incertidumbre sobre el estado de las casas, especialmente en zonas rurales, hacen que muchas Akiya sean más una carga que una oportunidad. El atractivo de las casas baratas se desvanece frente a la realidad de los altos costos de renovación y los riesgos que conllevan.
¿Invertir o no invertir?
Si bien la idea de una casa barata en Japón es tentadora, la realidad es que la inversión en Akiya requiere una investigación exhaustiva, una comprensión profunda de la cultura y las leyes japonesas, y una inversión considerable en tiempo y dinero. El éxito no está asegurado y el camino hacia la rentabilidad puede estar lleno de baches. Es importante sopesar cuidadosamente los riesgos y beneficios antes de tomar cualquier decisión.
Fuente: Xataka