El interés renovado de Estados Unidos en Groenlandia, expresado por Donald Trump, ha desatado una compleja disputa geopolítica que involucra a China y Rusia. El anuncio de Trump de considerar la compra o incluso la toma por la fuerza de Groenlandia ha generado tensiones internacionales y redefine la competencia por el Ártico.

Las ambiciones de Estados Unidos

La declaración de Trump, calificando a Groenlandia como un "lingote" demasiado valioso para ignorar, ha desatado especulaciones sobre las verdaderas intenciones estadounidenses. Además de Groenlandia, Trump mencionó la posibilidad de retomar el control del Canal de Panamá, actualmente, según él, "operado por China". Estas afirmaciones han sido recibidas con rechazo por parte de Dinamarca, propietaria de Groenlandia, que ha reiterado que la isla no está en venta.

El Ártico: una región estratégica

El Ártico se ha convertido en un punto neurálgico en la geopolítica global debido a sus rutas marítimas cada vez más accesibles gracias al deshielo y a sus vastas reservas de recursos naturales. El control de Groenlandia ofrecería a Estados Unidos una ventaja significativa en el acceso a estas rutas y recursos. Especialmente, el acceso a las rutas del Mar del Norte, reduciendo la distancia de Europa Occidental a Asia Oriental en un 40% frente al uso del Canal de Suez.

El papel de China y Rusia

China, aunque no es un estado ártico, busca incrementar su presencia en la región a través de alianzas estratégicas con Rusia. Un informe de inteligencia danés advierte que China pretende aprovechar esta región para fortalecer su poderío militar y estratégico. La creciente cooperación entre China y Rusia en el desarrollo de rutas marítimas árticas plantea una amenaza directa a los intereses de occidente. Rusia, también, busca capitalizar las rutas marítimas y los recursos naturales del Ártico, esperando fortalecer su presencia militar y económica en la zona.

Los recursos naturales de Groenlandia

El deshielo acelerado en Groenlandia ha revelado importantes reservas de minerales críticos, como cobre, litio, níquel y cobalto, esenciales para la transición energética mundial. La facilidad de acceso a estos minerales tras el deshielo ha captado la atención de potencias globales, entre ellas Estados Unidos. Groenlandia posee un gran potencial en la extracción de estos minerales, lo cual la hace aun más atractiva en la estrategia geopolítica de las grandes potencias.

El futuro de Groenlandia y el Ártico

El interés de Trump en Groenlandia, aunque poco probable de materializarse a corto plazo, pone de manifiesto la creciente importancia estratégica del Ártico en la rivalidad entre las grandes potencias del siglo XXI. La resistencia de Dinamarca y Groenlandia a cualquier intento de anexión pone en relieve la complejidad y las dificultades que enfrentan las ambiciones expansionistas en esta región. La población de Groenlandia, mayoritariamente a favor de la independencia de Dinamarca, podría facilitar una integración indirecta en la órbita de Estados Unidos. Independientemente de ello, la competencia por el Ártico está lejos de terminar, y su futuro parece cada vez más incierto.

Fuente: Xataka