El auge del turismo en Lisboa ha generado un conflicto inesperado: los icónicos tranvías amarillos, símbolo de la ciudad, se han convertido en un obstáculo para sus propios habitantes.

Un símbolo turístico que desplaza a los residentes

Los tranvías, especialmente la línea 28, son un imán para los turistas que buscan capturar la esencia de Lisboa. Sin embargo, esta popularidad ha ocasionado que los residentes locales tengan dificultades para usarlos como medio de transporte público.

Residentes como Luisa Costa, del barrio de Mouraria, expresan su frustración al ver los tranvías abarrotados de turistas, dificultando su acceso como medio de transporte diario. La situación se agrava en horas pico, con colas de más de una hora en algunas paradas.

El debate del sobreturismo en Lisboa

Este problema refleja el creciente debate sobre el sobreturismo en Lisboa. La ciudad ha experimentado un aumento significativo de visitantes en los últimos años, alcanzando cifras récord que han puesto en evidencia las tensiones entre el desarrollo turístico y la calidad de vida de los habitantes.

El incremento de turistas no sólo afecta al transporte público, sino también al precio de la vivienda y a la saturación de espacios públicos. La periodista Fernanda Cancio, en una columna para el Diário de Notícias, describe la situación como un "tranvía llamado devastación", destacando la necesidad de equilibrar las necesidades de los residentes con el atractivo turístico de la ciudad.

Buscando soluciones

Si bien existen tranvías turísticos rojos, estos son más costosos, reduciendo su atractivo para los visitantes que buscan una experiencia más económica. La compleja geografía de Lisboa y la popularidad de los tranvías amarillos en las guías turísticas empeoran el problema. Diversas propuestas buscan solucionar esta problemática, incluyendo la mejora de la frecuencia de los servicios y la implementación de estrategias para gestionar el flujo de turistas.

El caso de Lisboa sirve como ejemplo de los desafíos que enfrentan las ciudades al gestionar el crecimiento turístico, buscando un equilibrio entre los beneficios económicos y el bienestar de sus residentes. La búsqueda de soluciones requiere una planificación cuidadosa que priorice la convivencia entre turistas y habitantes locales.

Fuente: Xataka