La ambiciosa meta europea

Europa ha fijado una meta audaz: producir el 20% de los circuitos integrados del mercado mundial para 2030. Para lograrlo, la Ley Europea de Chips destinará 43.000 millones de euros en inversión pública y privada, buscando reducir la dependencia de Asia y Estados Unidos. Esta iniciativa reconoce la creciente importancia geopolítica, científica y económica de los chips.

España: Un jugador clave en la industria de los semiconductores

España participa activamente en este ambicioso plan. El Instituto de Microelectrónica de Barcelona (IMB-CNM-CSIC) desempeña un papel fundamental en el desarrollo de una nueva línea piloto europea para liderar la integración y el encapsulado de componentes y sistemas electrónicos. El IMB-CNM-CSIC cuenta con amplia experiencia en microelectrónica y técnicas avanzadas de fabricación de circuitos integrados.

El investigador Miguel Ullán del IMB-CNM-CSIC, experto en tecnologías de refrigeración, explica el enfoque del proyecto: "Pretendemos trabajar en dos aproximaciones dependiendo de si se requiere la evacuación de altas densidades de calor, como en el caso de los ASIC, o si lo que se busca es una distribución homogénea de la temperatura, más aplicable al caso de los sensores de imagen y radiación. Todo ello con el objetivo de incorporar la refrigeración juntamente con el resto de funcionalidades en la integración heterogénea de sistemas".

Más allá del encapsulado: Innovación española en chips

Además de su participación en la línea piloto, España impulsa otros proyectos clave en la industria de los semiconductores. El proyecto DioSiC, con un presupuesto de 3,3 millones de euros, busca desarrollar la fabricación a gran escala de obleas de carburo de silicio policristalino, dentro del marco del PERTE de Microelectrónica y Semiconductores.

El desafío de la competitividad europea

Europa reconoce la necesidad de aumentar su competitividad en la industria de los semiconductores, actualmente dominada por Asia. Si bien alcanzar a gigantes como Asia o Estados Unidos a corto plazo parece complicado, la apuesta por la innovación y la colaboración internacional, con España jugando un rol destacado, es crucial para el futuro tecnológico de Europa.

El papel de la investigación

La capacidad científica europea es una fortaleza importante en esta carrera tecnológica. Proyectos como el desarrollo de ordenadores cuánticos, con contribuciones significativas de científicos europeos, demuestran el potencial del continente. Sin embargo, se necesita un esfuerzo concertado para traducir este conocimiento en liderazgo industrial.

El éxito de esta iniciativa dependerá de la efectiva colaboración entre los países europeos y de la inversión sostenida en investigación e innovación. El camino hacia la independencia tecnológica en la fabricación de chips es largo y desafiante, pero la participación de España en proyectos estratégicos como este marca un paso fundamental en esa dirección.

Fuente: Xataka