Un renacuajo gigante de 161 millones de años: un tesoro paleontológico en Argentina
En un hallazgo que redefine nuestra comprensión de la evolución de los anfibios, un equipo de paleontólogos de Argentina y China ha desenterrado un fósil de renacuajo de 161 millones de años, convirtiéndolo en el ejemplar más antiguo de esta etapa de la vida en la historia evolutiva de los anfibios.
Este renacuajo, perteneciente a la especie Notobatrachus, fue descubierto en una cantera de Santa Cruz, Argentina. Su tamaño es asombroso: alcanzaba los 16 cm de longitud, lo que lo hace comparable a una rana adulta.
Un vistazo al pasado de la metamorfosis
El fósil revela información única sobre el desarrollo de la metamorfosis en los ancestros de las ranas. Los registros fósiles de ranas adultas datan del periodo Triásico, mientras que los renacuajos fósiles más antiguos conocidos eran del Cretácico.
Este hallazgo cierra una brecha de tiempo significativa, sugiriendo que la metamorfosis ya era una característica en los anfibios desde el principio de su evolución. El renacuajo fósil ofrece una visión única del desarrollo de la metamorfosis en los ancestros de las ranas, mostrando cómo la metamorfosis ha sido una característica esencial en la evolución de los anfibios.
Características notables del renacuajo fósil
El fósil incluye la cabeza, cuerpo y cola, así como detalles anatómicos como los ojos, la boca, los nervios y las extremidades. La anatomía del renacuajo sugiere que se encontraba en una etapa avanzada de desarrollo, a punto de iniciar su transformación hacia la vida adulta.
El equipo identificó el fósil como Notobatrachus debido a similitudes en las vértebras con otros fósiles de adultos encontrados en la misma área.
Implicaciones ecológicas y evolutivas
El sistema branquial del renacuajo fósil, similar al de los renacuajos modernos, le permitía filtrar partículas de alimento del agua. El tamaño inusualmente grande del renacuajo podría deberse a la falta de competidores por alimento en los estanques temporales donde vivían.
Este extraordinario hallazgo refuerza la idea de que la metamorfosis ya estaba presente en las primeras ranas y había evolucionado mucho antes de lo que se creía. Este descubrimiento ofrece una evidencia sólida de la antigüedad de la metamorfosis en los ancestros de las ranas modernas.