Las ruinas del programa espacial soviético en Kazajistán: Un hangar rodeado de muerte y fascinación
En medio de la estepa kazaja, en un hangar abandonado, se encuentran dos naves espaciales que nunca llegaron a volar: las reliquias del programa Burán, la respuesta soviética al transbordador espacial de la NASA. Hoy, este hangar se ha convertido en un destino codiciado por los exploradores urbanos que buscan desentrañar los misterios del pasado espacial soviético.
Burán, un programa espacial truncado
Las lanzaderas Burán, construidas en los años 80, superaban en tecnología a los transbordadores estadounidenses. Podían volar de forma autónoma, sin tripulación, tenían mayor maniobrabilidad y prometían más seguridad para los cosmonautas. A diferencia de los transbordadores estadounidenses, que dependían de un tanque externo de combustible sólido, el Burán era independiente y podía despegar como un avión. Para su lanzamiento al espacio, se acoplaba al cohete Energía, el más potente jamás construido por la Unión Soviética.
El programa Burán tenía como objetivo competir con la NASA en el ámbito espacial, ofreciendo lanzamientos más económicos y flexibles. Sin embargo, la falta de fondos y la caída de la Unión Soviética en 1993 llevaron a su cancelación. Solo una lanzadera, llamada Burán, llegó a volar en un vuelo no tripulado el 15 de noviembre de 1988.
Del olvido a la fascinación
El Cosmódromo de Baikonur, ubicado en Kazajistán, alberga dos lanzaderas Burán abandonadas: Ptichka, diseñada para volar, y un prototipo de pruebas. Estas naves se encuentran en un gigantesco hangar conocido como MZK, fuertemente vigilado. En 2002, el techo de otro hangar se desplomó, causando la muerte de ocho trabajadores y sepultando el único modelo de Burán que realmente voló.
El hangar de las lanzaderas Burán se ha convertido en un lugar de interés para los exploradores urbanos. La dificultad de acceder a este lugar, las condiciones climáticas extremas y la seguridad reforzada por las autoridades han convertido a este hangar en un desafío para los aventureros que buscan descubrir los secretos del programa espacial soviético.
En 2017, el youtuber Ninurta publicó un video desde el interior de las lanzaderas, mostrando las cabinas despejadas de instrumentos y las bahías de carga vacías. Ese mismo año, el fotógrafo francés David de Rueda capturó impresionantes imágenes de las naves. A pesar de los peligros, la fascinación por estas naves gigantes que nunca volaron sigue creciendo.
Las dos lanzaderas Burán sobrevivientes se deterioran con el paso del tiempo. Algunos abogan por su preservación y traslado a un museo, mientras que otros consideran que su verdadero atractivo reside en su estado de abandono.
Fuente: Xataka