Un agricultor francés, ante la imposibilidad de vender su cosecha de patatas, tomó una decisión sorprendente: apilar más de 500 toneladas de patatas en un campo y regalarlas a quien quisiera llevarse algunas.

Un acto de generosidad con consecuencias inesperadas

La noticia se propagó rápidamente por la pequeña comuna de Gigny-Bussy, en el departamento de Marne, Francia. La inusual oferta atrajo a personas de todas partes, algunas con la intención de ayudar, otras aprovechando la oportunidad para obtener patatas gratis, y algunos con una motivación más cuestionable.

El agricultor, originario de Aube, se vio en una situación difícil. Al no poder vender toda su cosecha y para evitar que se pudriera, decidió regalar las patatas. Esta acción de buena voluntad, sin embargo, trajo consigo una serie de consecuencias inesperadas.

Un buffet gratuito con diferentes tipos de participantes

Mientras algunos llegaron con bolsas y sacos para llevarse algunas patatas para su consumo, otros aprovecharon la oportunidad para llenar sus vehículos hasta el tope. Se reportaron casos de personas que recogieron grandes cantidades de patatas para luego revenderlas a un precio superior. Una vecina comentó haber visto a gente revender las patatas a 15 euros los 20 kg, acudiendo varias veces para obtener más mercancía.

Otros, sin embargo, vieron la acción del agricultor como un gesto de generosidad y una forma de evitar el desperdicio de alimentos. Un hombre de 68 años, junto con su familia, llenó el maletero de su coche, reconociendo que las patatas son caras y que no se podía perder la oportunidad de conseguirlas gratis. Un joven de Saint-Dizier también contó su experiencia, recordando que hace años había hecho lo mismo, almacenando 600 kg de patatas en su bodega.

Un problema de escala mayor

Este no es un caso aislado. Otros agricultores han enfrentado situaciones similares, con sus productos rechazados por las empresas por no cumplir con ciertos estándares de calidad. Un agricultor de La Gorgue, por ejemplo, vio cómo McCain rechazaba 50 toneladas de sus patatas, lo que lo llevó a ofrecerlas a un precio simbólico de 10 euros por la cantidad que se quisiera llevar. Ambos ejemplos resaltan el desafío que enfrentan los agricultores para vender sus productos y la problemática del desperdicio alimentario.

La historia de las patatas gratis en Gigny-Bussy se ha convertido en una lección sobre la generosidad, la necesidad y la oportunidad, mostrando también las complejidades del sistema agroalimentario.

Fuente: Xataka