A 1.300 kilómetros del Polo Norte, se encuentra Svalbard, la localidad habitada más septentrional del mundo. En este pueblo noruego, existe una peculiar ley: está prohibido morir en Longyearbyen, su capital, debido a las condiciones del permafrost.
La amenaza rusa
Irónicamente, la preocupación principal de los habitantes de Svalbard no es su clima extremo o la peculiar ley sobre la muerte, sino la creciente proximidad de Rusia. La ubicación estratégica de Svalbard, con su estación terrena de satélites Svalsat, la más grande del mundo, la convierte en un punto clave en el Ártico, cada vez más disputado.
Svalbard: un punto estratégico
Noruega considera a Svalbard un símbolo de soberanía, expandiendo proyectos energéticos y de comunicaciones en colaboración con agencias internacionales. Sin embargo, esta dependencia tecnológica y su potencial uso dual intensifican la tensión con Rusia, que acusa a Noruega de violar el Tratado de Svalbard.
Barentsburg: símbolo de tensión
A pocos kilómetros de Longyearbyen, se ubica Barentsburg, un asentamiento minero ruso que, a pesar de su escasa viabilidad económica, se mantiene como un símbolo estratégico para Moscú en el Ártico. La invasión de Ucrania ha enfriado las relaciones entre las comunidades noruega y rusa, interrumpiendo la cooperación que alguna vez existió, incluso durante la Guerra Fría.
El futuro incierto de Svalbard
El gobierno noruego afirma que "Svalbard es tan noruego como Oslo", reforzando su control. Sin embargo, la comunidad de Svalbard, compuesta por 2.500 personas de más de 50 nacionalidades, enfrenta la transición de una economía minera a una posminera, basada principalmente en el turismo y la investigación científica. La creciente llegada de cruceros plantea interrogantes sobre el turismo sostenible, así como la capacidad de mantener una población diversa sin generar tensiones internas.
El cambio climático y la geopolítica
El calentamiento del Ártico, cuatro veces más rápido que la media global, añade otro desafío a la comunidad de Svalbard, afectando las infraestructuras, los costos energéticos y los riesgos naturales. La comunidad se debate entre el crecimiento turístico, la atracción de familias permanentes y el papel de Svalbard en la investigación global, mientras intenta mantener su identidad y resiliencia en un territorio donde la naturaleza y la geopolítica pesan significativamente.
Fuente: Xataka