Europa comienza septiembre con una inesperada ventaja energética: los depósitos de gas ya están al 76% de su capacidad. Hace solo unos meses, los analistas dudaban de que Europa alcanzara el mínimo legal del 80% antes de noviembre. Ahora, no solo parece asegurado, sino que se prevé que las reservas podrían llegar al 90% si el clima acompaña.

Un panorama cambiante

Las inyecciones de gas durante la primavera y el verano han sido constantes, gracias a un mercado más tranquilo. Esto ha generado un nivel de reservas que, al menos por ahora, aleja el espectro de otra crisis energética como la de 2022-2023. La volatilidad ha disminuido y los precios europeos se mantienen por debajo de los registrados en agosto de los dos últimos años. La Gas Infrastructure Europe (GIE) confirma que el almacenamiento europeo se sitúa en el 76%, equivalente a unos 85 bcm, un nivel inferior al 92% del año pasado, pero en línea con el promedio de la última década.

Cambios en la normativa y el mercado global

La normativa comunitaria se ha flexibilizado, permitiendo hasta 2027 desviaciones del objetivo del 90% y ampliando el plazo para completarlo. Esto reduce la presión de comprar gas en verano, evitando la especulación. El mercado global de GNL también ha favorecido a Europa. La disminución de la demanda asiática ha liberado cargamentos hacia el continente, debido a la mayor producción interna de China y tensiones comerciales con Estados Unidos. China está impulsando la extracción de gas nacional, lo que sugiere una menor dependencia del GNL externo en el futuro.

El crecimiento de la oferta internacional

La capacidad mundial de GNL aumentará de 550 bcm en 2024 a casi 890 bcm en 2030, liderada por Estados Unidos. Las exportaciones de EEUU han aumentado un 22% en los primeros siete meses de este año. Esto ha incrementado la independencia de Europa de las importaciones rusas.

Alemania: el eslabón débil

Alemania, el mayor consumidor europeo, sigue siendo el punto débil. Sus reservas están al 67%, muy por debajo de países como Francia o Bélgica. La instalación de Rehden, la más grande de Europa, apenas alcanza el 23% de llenado. Este retraso se debe, en parte, al bajo nivel de reservas del invierno pasado, lo que obligó a Alemania a invertir miles de millones en su recarga. Aunque Berlín asegura que sus terminales de GNL mitigan el riesgo, la oposición advierte sobre posibles problemas en un invierno especialmente frío.

La incertidumbre de la situación con Rusia

La guerra en Ucrania sigue influyendo. A pesar de la drástica reducción de las importaciones de gas ruso, todavía llegan cargamentos de GNL, a veces disfrazados. La Comisión Europea planea eliminar gradualmente todas las importaciones de gas y petróleo rusos antes de 2027.

Estados Unidos, un nuevo socio clave

Europa busca asegurar el suministro de gas estadounidense, incluso considerando la compra conjunta de GNL. Sin embargo, analistas advierten que esta estrategia podría hacer a Europa vulnerable a los vaivenes políticos estadounidenses.

Previsiones y futuro

El panorama a corto plazo es positivo, pero a medio plazo, persisten desafíos. La UE ha aumentado su capacidad de regasificación, pero muchas terminales funcionan con baja capacidad. Existe el riesgo de activos improductivos si la demanda sigue estancada y la transición a las energías renovables se acelera. La solución podría estar en la reconversión de infraestructuras de gas para el transporte de hidrógeno.

En resumen, Europa presenta unas reservas de gas más robustas gracias a un mercado más calmado, una mayor diversificación de fuentes y la disminución de la dependencia rusa. No obstante, persisten vulnerabilidades, como la situación de Alemania, la sobrecapacidad de las infraestructuras de GNL y la incertidumbre climática.

Fuente: Xataka