El ocaso de un imperio

Durante décadas, Intel fue sinónimo de dominio en la industria de los semiconductores. El logo "Intel Inside" estaba presente en millones de computadoras, representando la supremacía estadounidense en este sector. Sin embargo, la realidad actual pinta un panorama muy diferente. La venta del 10% de la compañía al gobierno de Estados Unidos por 8.900 millones de dólares es una señal alarmante de su decadencia y dependencia de la ayuda estatal.

El declive de Intel

La era "Wintel", creada por la alianza entre Intel y Microsoft, definió la computación personal durante años. Pero la compañía se ha visto superada por competidores como NVIDIA, cuyo valor de mercado es varias veces superior al de Intel. Pérdidas millonarias en su división de fundición, despidos masivos y la falta de interés de sus propios equipos por utilizar sus propias fábricas son solo algunos de los síntomas de su crisis.

La intervención del gobierno estadounidense

La adquisición del 10% de Intel por parte del gobierno de Estados Unidos, aunque no se califica como un rescate, muestra una clara intervención estatal en la industria tecnológica. Esta decisión se enmarca dentro de la CHIPS Act, un plan para impulsar la producción nacional de chips. Sin embargo, esta medida genera preocupaciones sobre la pérdida de autonomía de Intel y la posibilidad de que sus decisiones futuras estén influenciadas por presiones políticas.

Consecuencias geopolíticas

La situación de Intel tiene implicaciones importantes a nivel geopolítico. Para Estados Unidos, significa un regreso del capitalismo de estado en el sector tecnológico. Para Europa, que busca su propia soberanía tecnológica, representa una amenaza, ya que la dependencia de Intel deja al continente en una posición vulnerable frente a la competencia asiática. El hecho de que el mayor fabricante occidental de chips se convierta en un instrumento de la política industrial estadounidense genera una gran preocupación.

El futuro incierto de Intel

El problema fundamental de Intel no es solo la falta de capital, sino también la falta de innovación y la incapacidad para adaptarse a los cambios en el mercado. Llegó tarde a la revolución de la inteligencia artificial y perdió el liderazgo en fabricación frente a empresas como TSMC. Su supervivencia dependerá del éxito de su nuevo nodo de fabricación 18A, una apuesta tecnológica crucial para su futuro.

Un nuevo escenario

Intel, símbolo del capitalismo tecnológico estadounidense, se ha convertido en la primera gran empresa semi-nacionalizada del siglo XXI. Esto crea un escenario de competencia desleal, donde empresas como AMD y Qualcomm compiten contra una compañía con el apoyo directo del gobierno estadounidense. La era del libre mercado en la industria de los semiconductores parece haber llegado a su fin. Para Europa, la situación es una señal de alarma, indicando la necesidad de una mayor inversión e innovación en el sector.


Fuente: Xataka