
Un lugar sagrado, una identidad equivocada
Durante siglos, la Cueva de Salomé en las Tierras Bajas de Judea fue un importante lugar de peregrinación cristiana. Se creía que allí descansaban los restos de Salomé, figura bíblica asociada al nacimiento o al seguimiento de Jesús. Sin embargo, una reciente investigación arqueológica ha revelado una sorprendente verdad: la Salomé venerada no era quien se pensaba.
Una aristócrata, no una figura bíblica
El análisis de los vestigios encontrados en la cueva, una tumba opulenta y elaborada, apunta a que la Salomé enterrada allí era una mujer perteneciente a la élite de la Judea del Segundo Templo, emparentada con la familia de Herodes. La evidencia incluye la arquitectura impresionante de la cueva, su decoración con motivos judíos y diseños vegetales exquisitos, y la gran cantidad de lámparas de arcilla encontradas, indicando un uso ritual extendido durante siglos.
Un lugar de culto multirreligioso
Más allá de su asociación con el cristianismo, la cueva muestra evidencias de uso también durante los periodos bizantino e islámico, con inscripciones en griego, siríaco y árabe, y cruces grabadas. La presencia de puestos para la venta y alquiler de lámparas de arcilla, datadas entre los siglos VIII y IX d.C., confirma la importancia del lugar como centro de peregrinación.
El misterio de Salomé
Aunque el nombre "Salomé" aparece en inscripciones griegas en la cueva, era un nombre común en la Judea de la época, asociado también a las familias asmoneas y herodianas. La hipótesis más fuerte de los arqueólogos es que Salomé podría haber sido la hermana de Herodes el Grande, dada la riqueza y el lugar de la tumba. La investigación no descarta otras posibilidades.
De la tradición a la realidad arqueológica
La tradición cristiana asociaba a Salomé con el nacimiento de Jesús, a veces como partera incrédula o incluso como discípula. Esta tradición, basada posiblemente en un osario perdido, llevó a la veneración de la cueva durante siglos. La nueva investigación, sin embargo, transforma su significado histórico, vinculándola a la poderosa familia herodiana. El descubrimiento resalta el fascinante juego entre la tradición oral, la interpretación religiosa y el trabajo arqueológico para reconstruir el pasado.
Conclusión
La Cueva de Salomé ofrece un ejemplo único de cómo la veneración religiosa puede transformar la identidad de un lugar y una persona a lo largo de la historia. El trabajo arqueológico ha reescrito la historia de esta cueva, mostrando cómo una simple inscripción y la tradición oral pudieron dar lugar a siglos de peregrinación a un sepulcro de la élite judía, no la figura bíblica que se creía. La investigación nos invita a replantearnos la manera en que interpretamos la historia y la tradición.