Una odisea de dos décadas

La misión ExoMars de la ESA, destinada a buscar vida pasada en Marte, ha sufrido una serie de contratiempos que parecen sacados de una película de mala suerte. Desde su concepción en 2005, con la colaboración inicial de la NASA, la misión ha enfrentado una sucesión de problemas que han retrasado su lanzamiento y amenazado su viabilidad.

De la NASA a Rusia y de vuelta a Europa

La retirada de la NASA en 2012 por sobrecostes obligó a la ESA a buscar un nuevo socio: Roscosmos. Rusia proporcionó los cohetes y el módulo de descenso, pero la primera fase de la misión, lanzada en 2016, ya presentó problemas. El módulo de aterrizaje Schiaparelli se estrelló debido a un error en la lectura del acelerómetro.

Retrasos y contratiempos

El lanzamiento del rover, inicialmente planeado para 2018, se pospuso a 2020 por problemas con los paracaídas y retrasos en los componentes. La pandemia de COVID-19 agravó los retrasos, y finalmente, la invasión rusa de Ucrania en 2022 suspendió la colaboración con Roscosmos, dejando a la misión sin plataforma de aterrizaje.

Un nuevo comienzo

A pesar de los desafíos, la ESA no se rindió. Se comprometió nueva financiación y se optó por desarrollar una plataforma de aterrizaje europea, encargándose Airbus Defence and Space de su diseño y construcción. Irónicamente, el nuevo módulo guarda un gran parecido con el Kazachok ruso.

El futuro incierto de Rosalind Franklin

Incluso con el nuevo plan, la misión aún enfrenta obstáculos. El presupuesto propuesto por la Casa Blanca para la NASA parece excluir su contribución al rover europeo, incluyendo los calefactores de plutonio, un elemento crucial para la misión. A pesar de ello, la fecha de lanzamiento se mantiene para finales de 2028, con un aterrizaje en Oxia Planum en 2030. El rover Rosalind Franklin, equipado con un taladro para perforar hasta dos metros bajo la superficie, buscará biofirmas protegidas de la radiación.

El video de la misión

Fuente: Xataka