El regreso de la guerra convencional

La guerra en Ucrania ha demostrado que las tácticas convencionales, como el uso de minas terrestres y artillería, siguen siendo herramientas efectivas en el conflicto moderno. Contrario a lo que Occidente creía, estas armas no son reliquias del pasado, sino elementos clave en una guerra terrestre prolongada.

El resurgimiento de las minas

La efectividad de las minas antipersonales en Ucrania ha llevado a varios países europeos a abandonar el Tratado de Ottawa, que prohibía su uso. Países como Finlandia, Polonia, Lituania, Letonia y Estonia han reconsiderado su postura ante la amenaza rusa, optando por minar sus fronteras como medida de defensa territorial. Esta táctica, considerada obsoleta, ha demostrado su utilidad para frenar el avance enemigo y canalizarlo hacia zonas de mayor control.

La artillería tradicional: inmunidad a las interferencias

A pesar de los avances tecnológicos, la artillería tradicional, con proyectiles simples y económicos, ha cobrado un nuevo protagonismo. Al no depender de señales electrónicas, es inmune a las interferencias y bloqueos tecnológicos que afectan a los sistemas de misiles guiados. Combinada con drones de vigilancia, se ha vuelto una herramienta letal en el campo de batalla.

La desigualdad armamentística

El conflicto ha puesto de manifiesto la desproporción entre la capacidad de producción armamentística de Rusia y la de Occidente. Rusia produce un número significativamente mayor de proyectiles de artillería y tanques que Estados Unidos y Europa juntos. Este desequilibrio es alarmante y plantea un serio desafío a la capacidad de respuesta de Europa ante posibles conflictos futuros.

La necesidad de una reestructuración industrial

La guerra en Ucrania ha expuesto la fragilidad de las capacidades de producción bélica en Europa. Décadas de planificación estratégica enfocadas en guerras asimétricas han llevado al desmantelamiento de arsenales tradicionales y al abandono de las doctrinas de guerra terrestre. Para afrontar los desafíos del siglo XXI, Europa debe reconocer la importancia de las capacidades convencionales y realizar una reestructuración industrial para garantizar la producción de armas y municiones suficientes.

El futuro de la guerra: un equilibrio entre pasado y futuro

Aunque tecnologías como los drones e inteligencia artificial juegan un papel importante en la guerra moderna, no sustituyen la potencia de fuego y la resistencia logística que proporcionan las armas convencionales. La guerra en Ucrania muestra que la victoria depende de una combinación de recursos físicos, capacidades convencionales y una planificación estratégica adaptada a la realidad del conflicto.

Fuente: Xataka