Mientras gran parte de España celebra el llenado de sus embalses tras abundantes lluvias, Almería se enfrenta a una dura realidad: la persistencia de la sequía. A pesar del aumento generalizado de las reservas hídricas, la provincia andaluza se mantiene con un preocupante 11,16% de capacidad, muy por debajo de la media histórica del 13,13%.

Un Déficit Estructural

El problema de la sequía en Almería no es nuevo. La agricultura intensiva y el turismo, dos sectores claves para la economía provincial, demandan grandes cantidades de agua, agravando una situación ya de por sí crítica. A esto se suma la desertificación y la sobreexplotación de los acuíferos, factores que dificultan la recuperación.

El Suroeste, un Punto Negro

Las tres comarcas más afectadas son Níjar, Sierra de los Filambres y el Levante, donde la sequía se ha cronificado. La situación es aún más alarmante si consideramos que Almería cuenta con más de 27.000 balsas de agua, lo que demuestra la magnitud del problema.

Consecuencias de la Crisis Hídrica

Cada año, la provincia inicia su campaña agrícola con un déficit estructural de alrededor de 200 hectómetros cúbicos de agua. Este déficit histórico, unido a los efectos de la desertificación, pone en peligro la productividad agrícola y la sostenibilidad del sector. La falta de agua afecta a toda la cadena productiva y el desarrollo de la región.

Una Batalla Difícil

Almería buscaba ser un ejemplo en la lucha contra la desertificación, pero la realidad es que se encuentra en una batalla difícil por el agua. A pesar de la inversión en infraestructuras de almacenamiento de agua, la gestión eficiente y la concienciación ciudadana son claves para afrontar este desafío a largo plazo. La situación requiere una estrategia integral que combine la gestión sostenible de los recursos, la innovación tecnológica y la colaboración entre administraciones y sectores implicados.

Fuente: Xataka