Japón, un país fascinante con una cultura que a menudo desconcierta a los occidentales. Su fuerte arraigo al consumo local, alimentado por un nacionalismo profundamente enraizado, es un factor clave para entender su mercado automotriz.

La Posguerra y el Ascenso Económico

Tras la Segunda Guerra Mundial, la financiación estadounidense para la reconstrucción de Japón, con el objetivo de contener el comunismo, podría haber atenuado este nacionalismo, pero no lo hizo. En los años 70, la diversificación industrial y las innovaciones técnicas catapultaron a Japón a la vanguardia mundial. Aprovechando la debilidad del yen, se enfocaron en las exportaciones, inundando el mercado global con productos, especialmente coches.

Una Apertura Sorprendente

La eficiencia de los motores japoneses, clave durante la crisis petrolera, les dio una ventaja significativa sobre la competencia americana y europea. Fue en este auge cuando Japón tomó una decisión audaz: eliminar los aranceles a los coches extranjeros en 1978, abriendo su mercado completamente.

El Enigma de la Ausencia Extranjera

A pesar de esta apertura, los coches extranjeros apenas lograron penetrar el mercado japonés. La preferencia por los productos locales, impulsada por la confianza en las marcas nacionales y factores culturales, es determinante. Las normativas estrictas sobre emisiones y espacio limitan la presencia de vehículos extranjeros en las grandes ciudades. La norma "Shako Shomeisho", que exige un espacio de estacionamiento garantizado para comprar un coche, es una barrera adicional.

Factores Clave: Precio, Tecnología y Cultura

El bajo valor del yen, junto con la fabricación local altamente competitiva, permite a las empresas japonesas ofrecer precios considerablemente más bajos. La resistencia a adoptar nuevas tecnologías, como se observa en la preferencia por los coches híbridos frente a los eléctricos, es otro elemento crucial. Finalmente, el gusto del consumidor japonés por los monovolúmenes, un tipo de coche que ha declinado en otros mercados, refuerza la dominancia de las marcas nacionales.

Un Mercado Difícil de Penetrar

Las regulaciones, junto con los costos adicionales para adaptar los coches a la conducción por la izquierda y a las normativas de emisiones, hacen que las marcas extranjeras ofrezcan productos que no se ajustan a las preferencias locales. El resultado es un mercado donde, incluso con aranceles cero, la presencia extranjera es prácticamente inexistente.

En 2024, entre los 50 coches más vendidos en Japón, no se encuentra ni uno solo de origen extranjero. Esta situación plantea una intrigante cuestión sobre el poder de la cultura, las regulaciones y la preferencia por lo local a la hora de configurar el mercado automotriz.

Fuente: Xataka