Un ambicioso proyecto busca establecer una "ciudad libertad" en Groenlandia, impulsado por influyentes figuras de Silicon Valley. Este enclave tecnológico, inspirado en la desregulación y el libre mercado, pretende ser un centro de innovación en inteligencia artificial, vehículos autónomos, y exploración espacial, entre otras áreas.
Los impulsores del proyecto
Entre los inversores destacan nombres como Peter Thiel, Marc Andreessen y Shervin Pishevar, con experiencia en proyectos similares. Ken Howery, exembajador en Dinamarca y cercano a Trump y Elon Musk, juega un papel clave en las negociaciones. La iniciativa ha generado un debate en torno a sus implicaciones geopolíticas y la posible anexión o compra de Groenlandia por parte de Estados Unidos.
Groenlandia: un territorio estratégico
Groenlandia, con sus vastas reservas de minerales estratégicos y su base militar estadounidense, representa un territorio de gran valor geopolítico en el Ártico. La propuesta de los inversores coincide con las ambiciones estadounidenses de adquirir la isla, generando tensiones con Dinamarca y protestas de la población local.
Las promesas a la población local
Los inversores argumentan que la "freedom city" ofrecerá a Groenlandia un desarrollo económico acelerado, con empleos, riqueza y oportunidades tecnológicas. Se destaca la posibilidad de explotar los minerales críticos del subsuelo, ahora accesibles debido al deshielo. Prometen inversiones masivas y la creación de una infraestructura moderna.
Críticas y escepticismo
A pesar de las promesas, el proyecto enfrenta un escepticismo generalizado entre los groenlandeses. Existe la preocupación por una posible pérdida de autonomía, la explotación de recursos sin beneficios locales, y el impacto en la cultura local. Experiencias previas de "ciudades experimentales" con resultados negativos alimentan estas dudas.
Un símbolo de una nueva era
Más allá de la viabilidad del proyecto en Groenlandia, la iniciativa simboliza una creciente tendencia entre el capital tecnológico a buscar territorios y estructuras paralelas, liberadas del control estatal, donde la innovación y la desregulación sean las normas. Este anhelo por una soberanía tecnológica directa plantea interrogantes sobre el futuro de la gobernanza y la relación entre el capital y el Estado.
Fuente: Xataka