Tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, las grandes empresas tecnológicas de Estados Unidos han experimentado cambios significativos en sus políticas. La promesa de eliminar regulaciones empresariales se ha presentado como el principal catalizador de estas transformaciones, llevando a muchas a replantear sus estrategias. La prensa internacional interpretó esto inicialmente como un giro hacia posiciones más conservadoras, pero la realidad es más compleja.

El nuevo escenario regulatorio y la desregularización

Según el Financial Times, el regreso de Trump y sus promesas de desregularización, representadas incluso en el proyecto DOGE (Departamento de Eficiencia Gubernamental), han permitido que las empresas tecnológicas se comporten como lo que son: entidades en busca de la máxima rentabilidad financiera. Este nuevo escenario ha generado una serie de adaptaciones, algunas de ellas visibles en acciones de CEOs como Mark Zuckerberg, con cambios en la moderación de contenidos y un enfoque aparentemente más pragmático en sus negocios.

La eliminación de departamentos de diversidad, equidad e inclusión (DEI) en varias empresas, la reducción de apoyo a organizaciones benéficas y el abandono de algunas políticas de sostenibilidad ambiental, reflejan una tendencia hacia la reducción de costos asociados a normativas previas. Estas medidas se presentan como una respuesta directa a la perspectiva de una desregularización impulsada por la administración Trump.

El impacto del proyecto DOGE y la carrera por la IA

El proyecto DOGE, liderado por figuras como Elon Musk y Vivek Ramaswamy, busca reducir el gasto público en dos billones de dólares. Esta iniciativa podría conllevar la eliminación de numerosas regulaciones, muchas con un carácter social y ambiental. Las empresas tecnológicas, enfrentadas a altos gastos en el desarrollo de la Inteligencia Artificial, ven en la desregularización una oportunidad para optimizar recursos.

Ante la perspectiva de una menor presión legal y social para cumplir ciertas regulaciones, las empresas están reasignando recursos destinados a programas de responsabilidad social a otras áreas, priorizando el crecimiento empresarial y la competitividad en un mercado cada vez más dominado por la IA. La eliminación de políticas de diversidad o sostenibilidad, aunque presentada como un cambio ideológico, es en gran parte una estrategia financiera.

Una cuestión de supervivencia empresarial

Las grandes tecnológicas se encuentran en una carrera por la supremacía en el desarrollo de la IA, lo que impone una presión financiera considerable. La posibilidad de deshacerse de políticas costosas que no se consideran estrictamente necesarias se presenta como una medida de supervivencia empresarial. Este enfoque pragmático, impulsado por el nuevo panorama regulatorio, pone en evidencia la prioridad de las empresas por maximizar beneficios, dejando de lado otras preocupaciones.

La decisión de ajustar estas políticas no representa necesariamente un giro ideológico, sino una respuesta a un nuevo entorno legal que ya no impone sanciones por el incumplimiento de algunas normativas.

En resumen, las recientes transformaciones en las políticas de las grandes tecnológicas reflejan, principalmente, una adaptación pragmática a un escenario de desregularización, con la meta última de maximizar ganancias en un mercado altamente competitivo. Son empresas actuando en beneficio propio, ante las nuevas oportunidades ofrecidas por la administración Trump.

Fuente: Xataka