Mientras Estados Unidos intentaba conquistar la Antártida con el Arctic Snow Cruiser, la Unión Soviética ideó un vehículo que sí logró su cometido: el Kharkovchanka. Este gigante sobre orugas, basado en el tanque T-54, se convirtió en la base móvil perfecta para las expediciones científicas soviéticas en la Antártida.

Un Gigante Sobre Ruedas

El Kharkovchanka, también conocido como "igloomóvil", era una especie de tractor gigante con un diseño robusto capaz de soportar temperaturas extremas de hasta -50 °C. Contaba con un espacio interior de 30 metros cuadrados que incluía una cocina, dormitorio, baño y un laboratorio móvil, lo que permitía a los científicos trabajar en condiciones seguras y sin necesidad de salir al frío extremo. La cabina estaba reforzada con aislamiento térmico y contaba con calefacción en la parte trasera, incluso los cristales tenían elementos calefactores para evitar la acumulación de hielo.

Para desplazarse, el Kharkovchanka contaba con orugas en lugar de ruedas, lo que le permitía arrastrar trineos cargados de suministros. Su motor diésel turboalimentado de 900 caballos de fuerza y su caja de cambios de cinco velocidades le daban la potencia necesaria para superar los obstáculos de la Antártida.

La Primera Misión

En 1959, tres Kharkovchanka completamente equipados recorrieron más de 2.700 kilómetros desde la estación soviética Mirny hasta la base estadounidense Amundsen-Scott, demostrando su capacidad para enfrentarse a las condiciones más extremas. Esta expedición marcó un hito en la exploración polar, además de ser un símbolo de colaboración científica en plena Guerra Fría.

Evolución y Legado

En 1975, se desarrolló una segunda generación del Kharkovchanka con mejoras en la eficiencia de combustible, aislamiento y capacidad de mantenimiento del motor. Aunque se llegó a hablar de una tercera generación, el proyecto fue cancelado con el colapso de la Unión Soviética. Sin embargo, algunos vehículos de segunda generación continuaron en uso hasta hace pocos años, demostrando su durabilidad y eficacia.

El Kharkovchanka no solo destaca por su ingeniería, sino también por representar un momento histórico de colaboración internacional en plena Guerra Fría. Un momento en el que las banderas soviética y estadounidense ondearon juntas en el Polo Sur.

Fuente: Xataka